Averatto

Todos tenemos un talento inexplorado, procuremos hallarlo antes de caer en el tedio acostumbrado.

jueves, 24 de marzo de 2011

Recuerdos erroneos...

A lo largo de pequeñas historias llamadas vidas humanas, propias, personales y demás adjetivos limitantes, se derivan los recuerdos de todo tipo, sería un optimismo carente de raciocinio imaginar historias a través del pasado, el cuál relata hasta la más lúgubre sensación inimaginada, pero difícilmente visualiza consecuencias, a pesar de poseer la facultad de sembrar las más significativas secuelas en cada pequeña historia. La mente facultada para imaginar e intentar proyectar dichas imágenes hacia los sentidos constantemente falla, no propiamente por las circunstancias que lo rodean, más bien por no poder comprenderlas y limitarse a la simple interpretación, aislando de sus objetivos una posibilidad de transformación, no de su ámbito perdiendo el juicio estricto, si no más bien mínimamente de su historia.
Injusto seria ignorar los recuerdos nebulosos, brincar de la novela aquellos capítulos vacios para el alma que achicharran la esperanza y desgastan el corazón, intentar desgastar la huella negativa arraigada a la memoria únicamente perjuicia los sentidos, limita nuestra historia y entorpece el aprendizaje.
La constante lucha de superación malgasta las ganas y confunde los sentidos, ¿acaso peleamos erróneamente para vencer a nuestros recuerdos impositivos?  ¿son más fuertes ellos que nosotros? Quizá ambas interrogaciones posean un elevado porcentaje de asertividad, muy posiblemente al elaborar dicha cuestión facilitemos la erosión de estas imágenes de la memoria personal, el verdadero dilema se encuentra aún muy aislado de estos análisis. Eliminar no significa Vencer, he ahí el primer y más gigantesco error propio de una guerra,  ahora entramos en contradicciones que además, ganan el calificativo de confusas; Vencer no representa un verdadero triunfo, sería más bien la superación, comprensión y sanación de los parásitos malignos una "alegría", algo de que sentirse orgulloso. A lo largo de nuestras pequeñas historias enaltecemos nuestras pequeñas alegrías y constantemente las recordamos como auto-motivantes para dar fuerza a nuestros pasos, a menudo borramos nuestras caídas para no decaer, cuando quizá una inversión de sensaciones nos ayudaría a pisar más firme. Olvidemos nuestras alegrías, empecemos de cero cada día, únicamente carguemos con nuestros errores, hagamos de la necedad sabiduría, llevemos nuestras equivocaciones consigo, al final la ciencia nos enseña que polos iguales se rechazan, con la posesión apegada de nuestros errores evitaremos la suma de ellos, facilitaremos su comprensión y la familiarización de lo que al momento de la comisión nos alejo de él. Vamos a limitar la memoria, haciéndola más amplia para recabar a la cultura, el departamento más carente de nuestra cabeza testaruda. Olvida ya el pequeño o gran triunfo y almacena errores, los más que puedas llegará el punto en que no puedan almacenarse más, increíblemente no podrán acrecentarse, será imposible que puedan más acumularse, que importa si para ese entonces estas a punto de morir, habrás conseguido por el más mínimo tiempo lo más cercano a la perfección...
Estas a punto de considerar a este conjunto de palabras un absurdo, es más fácil perder la preocupación al error, caminar libre aperturando la mente a cualquier cosa, llevándola ligera como mochilita de forastero, con lo básico recogiendo lo útil del camino, que vivir esquivando las espinas cargado de todo el kit de sobrevivencia, a la hora del bombazo no podrás vaciar tu mochila y encontrar el artefacto que sencillamente te habría salvado. Es lo mismo que sucede con este materialismo, te llenas de objetos materiales para los que te faltarían vidas completas para disfrutar, muriendo carente de una mente llena de razón, yéndote desapercibido, abandonando a un ya triste y desolado corazón, un alma vacía pronto se despide por su imperante necesidad de decir adiós, un espíritu enriquecido se resiste a abandonar la existencia de un errante corazón, por la curiosa necedad de proporcionarle, una pizca más de razón.


VEDCI...

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