Una vez entrada en el camino habrás topado con el paisaje espejo, aquel que simula ser de tu anhelo el cumplimiento, luce tan sobrio y un tanto añejo, que no lo dudas ni por un momento.
Te encuentras ahí, donde siempre habías soñado, donde el menor esfuerzo le arrebató el sentido a lo añorado, la locación más perfecta pero también más mundana, y es que la recompensa estaba en el camino, nunca en el destino.
A partir de ahí has caminado sin cesar, disfrutando del regocijo de lo transitado, quizá sin a un objetivo arribar, con la gratulacion del trayecto haber gozado.
En innumerables ocasiones se va a dormir para poder soñar, y se despierta para intentar vivir, seamos fieles creyentes de experimentar y transitar, al final las utopías son castillos que se cimentan en alegrías, nunca los verás en la calle de la gran ciudad, deberás salirlo a buscar y quizá, en algún momento lo logres encontrar.