Averatto

Todos tenemos un talento inexplorado, procuremos hallarlo antes de caer en el tedio acostumbrado.

martes, 27 de agosto de 2013

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La ciudad de México, capital del país se edifico sobre aguas turbias y pantanosas llenas de promesas e ilusiones, mismas que literalmente fueron enterradas con el nacimiento de una metrópolis que ha ido creciendo de manera fisica, territorial y a la vista de la ingenua vista humana tecnológica, más no en un sentido humao ni mucho menos espiritual.

Es esa ciudad que a pesar de todo lo malo que se pudiese tachar y hasta numerar, la más progresiva, cálida, monstruosa y sobre todo capaz de llevarnos a los matices más bizarros de un territorio tan multicultural como el mexicano en un limitado espacio de metros cuadrados, que dentro de su inocua belleza esconde pasajes a bajo costo con la capacidad de transportarnos de lo vulgar a lo hermoso y de lo maravilloso a lo grotesco en cuestión de segundos. La capital del país, por muchos habitantes de la nación desconocida, es la que dentro de esos contrastes puede encontrarse tan lejos y a la vez tan profundamente aunada en la situación crítica que vive una nación mancillada por el interés y capricho de algunos cuantos apellidos y ediles curules privilegiados. Es el corazón del país una simple escala de las situaciones y horrores que vive un pueblo confundido, aterrado y a la vez orillado a hospedar en su mente una ficción alejada de la realidad; de las muertes, la pobreza, el hambre y la corrupción, observando en un reflejo subconsciente pero a la vez indiferente por la conveniencia moral sonrisas, progreso, calles y grandes construcciones que la televisión y el marketing nos ponen enfrente haciendo imposible el ignorar dichos elementos, sumado claro al cansancio de jornadas de trabajo tediosas, propias del mercado y su ambicioso proyecto neoliberal.

La realidad nos dice que de los tiempos en que pretendía respirarse independencia, a la conquista misma y la propia actualidad, que poco ha cambiado, los tiempos en que los abusos, las crueldades, la desigualdad y la miseria de tiempos como la colonia, los virreinatos, y la revolución, además de los años de terror del PRI eran simples anécdotas y perspectivas solo vivieron fugaces como ilusiones y no como argumentos sólidos de un anhelo de un cambio de era milenaria que jamás aterrizo en nuestro territorio, quedó vagando solamente en el recuerdo de la niñez y la inocencia. Bastaba imaginarse alguna tortura, una desaparición estilo "Porfirio Díaz" ofrecimientos a las personas incómodas provenientes del mismo personaje, o fusilamientos a los revolucionarios y grandes luchadores sociales de la época, como para saber que si bien no estábamos cerca de ser una promesa ni mucho menos una nación en desarrollo, al menos podíamos soñar, citando a Mario Benedetti; Que eramos bienaventurados porque a partir de estar en el fondo del pozo, solo podíamos estar mejorando, Y la realidad es que ya ni siquiera ese clásico eufemismo de ya no podemos empeorar y degradarnos más, a diario es mancillado por el horror en que estamos inmersos, han quedado más que en un vano recuerdo cegado por el factor ignorancia, y valga el cinismo, la discreción de los criminales de pantalón largo. Cuan duro puede ser el tropiezo al voltear a cualquier lado y verse en la misma realidad, de hace 100, 200, 500 años, y es que el mayor de los corajes no es poder decir "Nos lo han quitado todo" mucho menos culparnos por habernos perdido, si no más bien llenarnos las venas de impotencia al comprender que jamás lo hemos tenido, que tan exacto nos queda el ejemplo de la impotencia de un deportista, que pierde sin haber tocado la pelota. Muchos pueblos han despertado previa o posteriormente a este tipo de situaciones y problemáticas caóticas, con resultados distintos tanto positivos como negativos, nuestro pueblo se ha levantado en armas ya en el pasado, pero regresando fugazmente a la linea de abuso y traición por la que históricamente hemos ido vagando. La pregunta que cada vez más estamos formulándonos es ¿Qué esperamos? ¿A que llegue un héroe o un líder? ¿Acaso no podemos empezar individualmente para ir creciendo en grupos, minorías, comunidades y así progresivamente? Vaya falacia voy a plasmar pero necesitamos ser ciegos para poder ver, necesitamos cerrar los ojos y agudizar el sentido para ignorar toda la estructura político-corporativo que nos ha cegado a través de centellas y luminosidad, hay que cerrar los ojos para ver adentro nuestro, en el intelecto y la razón podremos encontrar asilo y valor para ir contra corriente ante esta situación, solo apartando la mirada de la luz que nos han impuesto, solo así podremos ver y comenzar a avanzar.


VEDCI...









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