Averatto

Todos tenemos un talento inexplorado, procuremos hallarlo antes de caer en el tedio acostumbrado.

miércoles, 11 de noviembre de 2015

Dejemos que el silencio hable

No hay silencio que no pueda decirnos algo, lo cual es una ironía ignominiosa, pero a la vez, tan real como la misma oscuridad que abraza esos segundos de tranquilidad, de vacío, de total ausencia de ruido pero a la vez tan inmensamente basta de alegría, de dolor, de culpa o de una incansable meditación que una vez más logró llevarnos a poco e inspirarnos a nada. Que insulso sería creer que esos silencios no atrapan algo más que incomodidad o un lúgubre destino, que insensato aquél que ignore todo lo que expresa esa mirada profunda, que abre lo más recóndito del alma, expresando la más inocente de las certezas y otorgando a un afortunado la mayor de las confianzas.  Muchas veces las palabras sobran cuando es el corazón es quien quiere expresarse y debe ser oportuno callar para dejarlo llanamente palpitar, propiciar el escenario perfecto, ese hábitat soñado que sólo el silencio puede conformar, porque aunque una armoniosa melodía pueda lograr incluso un orgasmo auditivo no sólo a los melómanos, un silencio tiene la cualidad de rozar fibras de sensibilidad espiritual, de existencia prácticamente desconocida. Esa estrecha línea entre el murmullo y el silencio esconde una delgada brecha, que va de lo inapropiado a lo fantástico, el silencio es ese poder que agudiza nuestros sentidos, por eso a veces es preferible callar, en ocasiones es más profundo observar, se debe priorizar el sentir, se debe del silencio disfrutar...

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